La liturgia del 4° domingo de adviento

Diciembre 24 de 2017

Primera Lectura: Tomada del Segundo Libro de Samuel 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16

Salmo responsorial: Salmo 88

Segunda Lectura: Tomada de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 16, 25-27.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 1, 26-38.

Reflexión

La Palabra de Dios nos habla hoy del reinado de David, que en definitiva es la antesala del Reinado de Jesús. ¿Qué tal una casa de cerdo para que habite el rey?, pero el Rey se eligió una casa humana, preparada por Él mismo, se trata de la Virgen María.

Hoy, en este cuarto Domingo de Aviento el ejemplo de María la Virgen, nos invita a que estemos atentos en la escucha del Señor, para conocer Su voluntad, para conocer nuestra vocación. Eso fue lo que hizo María, conoció en verdad su propia vocación, es decir, acepto explícitamente la voluntad de Dios al contestarle al Ángel Gabriel, enviado por Dios el Si de la encarnación, el Sí del compromiso por siempre, el Sí que daría lugar a una nueva etapa de la historia de salvación.

Nuestro destino es asumir como María la Madre de Dios, el compromiso de llevar a Cristo en nuestro interior, dejar que Él sea el protagonista de nuestra vida.

Nuestra existencia debe ser comparada como una casa donde habita Dios con toda Su riqueza, con Su gracia, con Su misericordia. Nosotros debemos ser esas casas que están dispuestas, con las puertas abiertas a recibir a Aquel que lo puede todo, es que es Él quien se merece habitar dentro de nosotros y no el pecado que nos destruye.

Debemos tomar conciencia que Dios no habita allí donde está el pecado, por eso Él se preparó un sitio en el vientre inmaculado de María, pero también está dispuesto a limpiar nuestras miserias que no nos dejan disfrutar y gozar de sus gracias.

Con esta celebración estamos terminando el tiempo del adviento para iniciar otro momento del año litúrgico, la Navidad.