I Domingo de Cuaresma
- Pbro. Mauricio Molina - Párroco
- 28 feb 2020
- 2 Min. de lectura
Marzo 1 de 2020
Primera Lectura: Libro del Génesis 2,7-9;3,1-7 Salmo responsorial: Sal 50,3-4.5-6a.12-13.14.17 Segunda Lectura: Carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5,12-19 Santo Evangelio según San Mateo 4,1-11
Reflexión
EL PECADO ¿NOS HACE LIBRES?
"El pecado nos hace libres" es una “realidad mentirosa” en la que viven muchos o mejor vivimos muchos. El pecado es el fruto del engaño del Diablo, él nos hace creer que en el pecado nos sentimos libres porque nos creemos grandes, autosuficientes, poderosos, etc. El pecado es una mentira o engaño en el que a veces nos movemos como el pez en el agua.
La palabra de Dios que hoy nos propone la Iglesia para la liturgia nos está mostrando que si no estamos atentos a las tentaciones, fácilmente sucumbimos en el pecado que definitivamente nos está conduciendo a negar a Dios y sus obras.
Así como algunas enfermedades se previenen con ciertas vacunas y ellas nos hacen inmunes a la enfermedad X, de igual forma nosotros podemos tener una “vacuna” que nos hace primero fuertes y despiertos en la cotidianidad de la existencia para que la tentación no haga estragos en nuestra vida, esta vacuna se llama la oración con un gran contenido de penitencia y caridad.
Si nuestra preocupación es agradar a Dios nuestra atención tiene que estar puesta en la persona de Jesús que siendo hombre como nosotros se ejercitó en la oración y en hacer la voluntad del Padre, es él quien ha saldado la cuenta que había dejado el pecado cometido por nuestros primeros padres, ya lo dice el Apóstol: “Si por el delito de uno solo la muerte inauguró su reinado a través de uno solo, con cuánta más razón los que reciben a raudales el don gratuito de la justificación reinarán en la vida gracias a uno solo, Jesucristo.” (Rm 5,18-9).
Iniciando esta cuaresma hagámonos el propósito de alimentarnos de la oración para evitar la tentación y mantenernos en gracia y comunión con Dios.
Empecemos con el salmista pidiendo perdón:
“Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado” Sal 50, 3
Aprende un poco más sobre las lecturas de los Domingos de Cuaresma, aquí.
Commentaires