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III Domingo de Adviento

Diciembre 15 de 2019

Hacer click en la imagen para ver las lecturas del día

Primera Lectura: Libro del Profeta Isaías 35,1-6, 10 Salmo responsorial: Sal 146,6-10 Segunda Lectura: Carta del apóstol Santiago 5,7-10 Santo Evangelio según San Mateo 11,2-11

Reflexión

LA ESPERANZA QUE NOS PONE EN SINTONÍA DE RENOVACIÓN


Cuando hablamos de navidad inmediatamente pensamos en renovación, que no significa precisamente una renovación del interior del hombre, sino más bien en lo aparente, la fachada de la casa, cambiar de ropa, estrenar, e incluso renovar el lugar turístico. Realmente la Palabra de Dios hoy no nos habla en ese sentido, más bien nos está haciendo una invitación a renovarnos por dentro de nosotros, pues somos ciegos, tullidos o tenemos alguna lesión de orden espiritual que el Señor ha venido a sanar, y con ello nos permite esa renovación espiritual que tanto necesitamos porque de lo contrario estaríamos labrando nuestra propia destrucción.


Para alcanzar esa renovación espiritual que queremos dirijamos nuestra mirada y nuestra atención al hecho concreto de la Navidad, es que dicho acontecimiento no puede ser la puerta para la fiesta rumbera y poco piadosa o espiritual, miremos hacia el acontecimiento de Dios-con-nosotros y descubramos que su estar entre nosotros no puede ser el motivo para las fiestas descontroladas y los gastos innecesarios, por el contrario nos deberíamos dejar llevar del ejemplo de Juan el Bautista, que con una tal simplicidad de vida y con una existencia colmada de paciencia como es la recomendación del apóstol Santiago; nos disponemos a celebrar otra vez la navidad de Cristo, pero quizás no nos hemos podido renovar, no hemos permitido que Jesús nos libere de los males, no hemos permitido que lo estéril se revista de aquella savia que pude hacer de lo infecundo aquello fértil y que da frutos.


El ministerio profético de Juan Bautista es digno de tenerlo en cuenta, se trata de un ejercicio de obediencia y de paciencia, dado que para él no fue fácil enfrentar la comunidad que tenía al frente, pues los tenía que convencer que él no era el mesías, pues él sabía que el Mesías era Jesús, a quien no era digno de desatarle las sandalias.


Esta dominica de adviento fundamentalmente nos invita a asumir tres actitudes determinantes en nuestra vida cristiana:

  1. Aspirar a una renovación de nuestra vida

  2. Vivir en la configuración de la paciencia como elemento constitutivo que favorece nuestras relaciones interpersonales.

  3. Ejercer nuestro ministerio profético como parte constitutiva de nuestra misión en la Iglesia a cual pertenecemos y en donde debe quedar muy claro que Jesús es el Señor de nuestra vida.


Hoy nos podemos unir al salmista y reconocer como él en el Señor:


“El Señor abre los ojos a los ciegos,

El Señor a los encorvados endereza,

El Señor Ama a los justos,


El Señor protege al forastero, a la viuda y sostiene al huérfano,

mas el camino de los impíos acaba mal;

El Señor reina para siempre, tu Dios, Sión, de edad en edad”

Sal 146,8-12


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