I Domingo de Cuaresma
Febrero 18 de 2018
Primera Lectura: Génesis 9, 8-15
Salmo responsorial: 25,4-9
Segunda Lectura: I Pedro 3,18-22
Evangelio: Marcos 1,12-15
Reflexión
«El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.» Esta es la afirmación que encontramos en el evangelio de hoy (v.15), al inicio de la cuaresma.
Tantas veces se nos ha dicho que el Reino de Dios está cerca, el mismo Jesús nos dice: “porque el Reino de Dios ya está entre ustedes".( cf. Lc 17,21). Es el momento que sintamos el Reino de Dios, que empecemos a vivir con las exigencias que él nos hace, de allí que Dios mismo crea los elementos para que podamos responder al Reino, Él mismo hace alianza con su pueblo en la persona de Noé y los que estaban con él; es una alianza que a nosotros nos puede parecer cosa del pasado, un cuento que ya sabemos, que ese pacto ya no existe, pero no, ella está vigente, porque la Palabra de Dios es cada día un presente que está activo y aún más, que se renueva constantemente: “y me acordaré de la alianza que media entre yo y vosotros”. (Cf Gn 9,15).
La alianza como nos lo hace saber el apóstol es signo del bautismo, San Pedro nos deja ver que aquella familia (la de Noé) fue salvada a través del agua, (cf. I Pe3,20), ellos fueron elegidos para ser testigos de la purificación que hace Dios de la creación. Cierto es que en el bautismo el Señor nos purifica de los estragos que el pecado original ha hecho en el hombre, en otras palabras en el bautismo se actualiza la alianza que Dios ha hecho con los hombres y que llegará a su plenitud precisamente en el Reino de Dios.
Tratando de hacer una síntesis lo más objetiva posible tenemos lo siguiente:
La cuaresma nos presenta la oportunidad de tomar conciencia acerca de la realidad del Reino de Dios. Nuestra meta es hacer más cercana la realidad del Reino.
Para que nosotros podamos alcanzar el Reino, Dios ha hecho un pacto o alianza con los hombres, es una alianza que rompe el hombre por la debilidad del hombre que sucumbe en la tentación, por el contrario Dios es fiel a su promesa y permanece firme en su decisión de liberarnos.
El agua como elemento que purifica y da vida es un signo pascual, es decir nos proporciona el paso del pecado a la gracia, de la resequedad del alma a la vitalidad del espíritu.
Aprovechemos este tiempo litúrgico para hacer este camino de renovación de la mano de Dios y de la Iglesia, recordemos que el Reino está aquí, y a veces por nuestra falta de atención o de amor no lo descubrimos y tampoco lo sentimos.
Cuaresma tiempo en que vamos a sentir que la alianza de Dios aún está vigente y que Él quiere que respondamos con generosidad y alegría.
No dejemos pasar esta cuaresma en blanco.