II Domingo de Cuaresma
Febrero 25 de 2018
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Primera Lectura: Génesis 22, 1-2. 9-13. 15-18 - Fe y Obediencia
Salmo responsorial: Salmo 115, 10 y 15.-19 (R.: Sal 114,9) - Actitud del cristiano
Segunda Lectura: Romanos 8, 31b-34 - Confianza y seguridad en Cristo
Evangelio: San Marcos 9, 2-10 - Anuncio y Revelación
Reflexión
Estoy convencido que la vida del hombre cambia sustancialmente cuando este recibe el bautismo, en efecto este después de tener la gracia que este sacramento otorga, ya pude llamar a Dios, Padre, se hace hermano de Cristo y también templo del Espíritu Santo. Además podemos afirmar sin temor a equívocos que se nos han dado los regalos de la fe, la esperanza y la caridad, o lo que es lo mismo que las Virtudes teologales. Precisamente son estas tres virtudes las que hacen posible que nosotros al estilo de Abrahán obremos movidos por la fe y con docilidad de corazón hagamos la voluntad de Dios, así nos toque renunciar a lo más preciado. En ocasiones a nosotros se nos dificulta renunciar a la cosas e incluso a las personas, ellas ocupan un puesto más importante que Dios mismo en nuestra vida, no era el caso de nuestro padre en la fe, él con una actitud humilde, sin interrogantes asume que Dios lo es TODO, y sin vacilaciones ofrece a su hijo, (único) como sacrificio. Hasta qué punto, hasta dónde soy capaz de hacer renuncias con tal de agradar a Dios.
No podemos olvidar que la Fe y la Obediencia son dos realidades que en definitiva se vuelven inseparables, no puedo argumentar mi fe cuando no soy obediente, es que la obediencia se vuelve una confesión de fe, yo obedezco porque creo y además porque amo.
La actitud de Abrahán es de entera confianza en Dios, ahora la de nosotros está quizás más reforzada, pues es Cristo que se ha revelado a los apóstoles y les ha confiado la realidad de su destino: su pasión, muerte y resurrección. Los testigos de la Transfiguración nos sirven junto con Abrahán de soporte para no vacilar en el seguimiento del Maestro.
Hoy el mundo nos exige a los cristianos-católicos un mayor testimonio de confianza, de seguridad y de seguimiento de Cristo, de verdad que nuestras dudas no convencen a los incrédulos y por lo tanto cada vez se sienten más desanimados o más indiferentes.
La respuesta que hoy damos con el salmo: “Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida”. No puede ser una simple frase que se dice, tiene que ser la expresión de un sentir interno, que me ha llevado a confiar plenamente en Dios que se ha revelado en Jesús y Él mismo se ha convertido en el camino de vida.
Reflexión personal:
¿Nos hemos preocupado de vivir de tal manera nuestra existencia que ella se convierta en un auténtico testimonio de seguridad en Dios?
¿Nos hemos sentidos seguros en Dios totalmente o por el contrario, hemos buscado refuerzos tales lectura de cartas, riegos, adivinos, etc.?
¿Somos lo suficientemente obedientes a Dios como para ser capaces de desprendernos de tantas cosas que nos atan?