top of page

Sexto Domingo de Pascua

Mayo 6 de 2018

Click para ver las Lecturas del día

Primera Lectura: Hch 10:25-26, 34-35, 44-48

Salmo responsorial: 98:1-4

Segunda Lectura: I Juan 4:7-10

Evangelio según San Juan 15:9-17


Reflexión


“Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de personas". (V 4) Esta afirmación del apóstol Pedro, nos abre el entendimiento acerca del amor que procede de Dios como una iniciativa que parte de Él, para todos los hombres.


Dios efectivamente ama a todos los hombres y por eso su amor es de carácter universal, sin dejar de ser exclusivo para cada persona, es decir, cada uno de nosotros puede decir sin temor a equívocos: Dios me da todo su amor.


El Señor, al darnos su amor nos está invitando a escuchar su Palabra con seriedad, de tal manera que esta Palabra sea testimoniada con el amor y con la fidelidad que el mismo bautismo exige.


No podemos perder de vista que en nuestra vida de cristianos se entremezcla la Palabra y el amor de Dios que no solo nos hace testigos de Jesucristo, sino que nos permite con nuestra manera de ser, los que extendemos el reino de Dios.


Hoy en el mundo se vive con relativa tranquilidad el individualismo, practica contraria a lo que nos dice el apóstol Juan, o mejor Dios a través del apóstol cuando nos invita a que nos amemos unos a otros, esto quiere decir que despertemos el sentido de comunidad, de familia de Dios.


La esencia de Dios es el amor y ese amor es posible en nuestras vidas cuando tenemos un corazón dispuesto para Él, sin el amor de Dios nuestra vida carece de sentido y se vuelve simple, monótona, en pocas palabras, nuestra vida sin el amor de Dios se convierte en el nido más propicio para el egoísmo. La forma más diáfana para dar testimonio de Cristo es el amor entre nosotros, sin discriminación, sin condiciones, sin pedir contra-prestaciones.


Cuando nosotros escogemos a quien amar porque esperamos un “beneficio” personal, eso no se puede llamar amor, solo se puede llamar interés, y esta clase de amor no le gusta a Dios. Dios nos amó primero para que tengamos la capacidad de amar a los pobres, a los enfermos, a los tristes, a los desamparados, a los niños, a los jóvenes, y en fin a todos sin mirar su condición social, económica, política e incluso religión. Por el hecho de que el otro es ser humano ya es sujeto primario de nuestro amor como quienes hemos recibido primero el amor de Dios





Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page