XV Domingo del tiempo ordinario
Julio 15 de 2018
Primera Lectura: Profecía de Amós 7, 12-15
Salmo responsorial: 84, 9ab-10. 11-12. 13-14 (R.: 8)
Segunda lectura: Carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 3-14
Lectura del santo evangelio según San Marcos 6, 7-13
Reflexión
Amós es víctima de quienes no toleran que se les anuncie la verdad de Dios a través de la Palabra, así pasa hoy, son muchos los que son objeto de críticas porque sienten como compromiso con su estado de cristianos, el anuncio vivo de Jesucristo resucitado.
También encontramos un testimonio de mucha importancia en la actitud de Amós, siendo pastor y agricultor (cf. V.14), deja su oficio que bien conocía y que seguramente le daba su sustento, para dedicarse a la proclamación del mensaje que el Señor le había encomendado decir al pueblo de Israel.
¿Qué tanto estamos dispuestos nosotros a dejar o a cambiar en nuestra vida cotidiana por hacer conocer a Dios de tantos, que aún hoy no lo conocen aunque parezca que sí?.
Se vuelve necesario que miremos a quienes en nuestro entorno familiar y social han hecho lo mismo que el Profeta, y también sería de conveniencia que estemos dispuestos a renunciar a un cierto estado de confort y demos el paso a darle al Señor una respuesta.
Por otro lado, más que hacer un comentario al texto de la carta de San Pablo a los Efesios, los invito a que reconozcamos como el Apóstol, la grandeza de Dios, que nos enseña una excelente comunión trinitaria, donde se resalta la persona de Jesús como estandarte de la revelación divina.
San Pablo nos pone en la ruta de la acción de gracias, actitud a veces tan olvidada por nosotros, que si pedimos (y mucho) pero no miramos a Dios para decirle gracias, para bendecirlo, para reconocer que Él ya había pensado en nosotros desde siempre, es decir, cada uno de nosotros responde al amor y a la voluntad de Dios... No somos una casualidad, o un ensayo de Dios, tampoco somos o correspondemos a una improvisación del Creador. Por eso leemos desde el Apóstol: “Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor”. (Ef 1,4)
También nos damos cuenta que en ultimas y en definitiva estamos llamados a la santidad, es decir, a una vida plena y alegre en la comunión con Dios.
¿Qué pudo haber pensado cada apóstol con la llamada y envío que les hace Jesús? Ya habíamos hablado que es difícil dejar las comodidades, lo que ya conocemos, lo que ya hacemos relativamente fácil para emprender algo nuevo que a lo mejor no será fácil, pues el mismo Señor lo deja ver en medio del envío, de todas maneras se trata de dar una respuesta que esté de acuerdo a lo que quiere el Señor de nosotros. En definitiva, no seamos avaros con el Señor que tanto nos ama, y aprendamos a "desacomodarnos" para dar lugar a que otros encuentren sentido a su vida de todos los días; podemos estar seguros que en la medida en que asumamos nuestro trabajo de evangelización con gusto, con humildad, con alegría -porque lo que hemos dejado atrás, ya será cosa del pasado - (Jn 16,21), seguramente podremos ver y contemplar como muchos “han vuelto” a la vida por el testimonio que han recibido de nosotros.