Solemnidad Cristo Rey del Universo
Noviembre 25 de 2018
Primera Lectura: Profecía de Daniel 7, 13-14
Salmo responsorial: Sal 92, 1ab.1c-2.5
Segunda lectura: Libro del Apocalipsis 1 ,5-8
Lectura del santo evangelio según según san Juan 18, 33b-37
Reflexión
Jesucristo lo expresa con sus propias palabras: “Soy testigo de la verdad" (cf Jn 18,37), una verdad que es fundamento de toda la predicación de Jesús, verdad que duele al que es amigo del pecado, o lo que es lo mismo, del mentiroso.
La solemnidad de este domingo que abre paso a la última semana del tiempo ordinario, nos debe cuestionar severamente acerca del concepto que tenemos de quien es un rey. Basados en el concepto meramente humano creemos que el rey es aquel a quien se le debe toda clase de reverencia, de obediencia y a quien se le debe tributar ampliamente con los impuestos, además tenemos la imagen del rey que habita en lujosas mansiones y que tiene a su alrededor un grupo de personas que le sirven y hasta le manifiestan actitudes de extrema sumisión. En el caso de nosotros como cristianos, nos encontramos con un Rey que contradice todo lo anterior, pues es un hombre nacido en la pobreza (cf. Lc 2,7) , no tiene donde reclinar la cabeza (cf. Mt 8,20), no ha venido a ser servido sino a servir (cf. Mt 20,28), la mayoría de los reyes con su manera de ser son perseguidores "El les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar Bienhechores." (Lc 22,25). A los reyes se les reconoce como tal, a Jesús se le niega su condición, porque es negado, o porque es despreciado, tendríamos algunos ejemplos (cf. Lc 22, 56-57Cita), y así podríamos seguir señalando casos que nos indican que nuestra condición de hombres y de cristianos dista mucho de lo que realmente deberíamos ser con respecto a Dios hecho hombre por nosotros; frente a esta realidad nos encontramos con el apóstol que nos invita a una reflexión sincera donde seamos capaces de proclamar en la vivencia de todos los días aquello que se le debe a Jesús: “A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos.” (Ap 1, 6) Es verdad es Él el rey del universo, a veces creemos que el universo es la tierra, hay que trascender y por lo tanto nos debemos dar cuenta que es el Rey de todo el universo.
Tenemos que es muy significativo que al término del año litúrgico la Iglesia nos proponga como tema de reflexión a Jesús REY DEL UNIVERSO, pues se trata de una conclusión de la más fina y honda reflexión porque la liturgia nos ha “paseado” por los distintos momentos de la vida de Cristo, y en cada uno de ellos nos damos cuenta que la pretensión de Jesús a diferencia de los otros reyes es que todos los hombres encontremos en Él el sentido de nuestra propia vida, vida que va orientada al encuentro definitivo con Dios que nos ofrece la plenitud de nuestra vida. Hoy cuando se habla del libre desarrollo de la personalidad, no podremos encontrar otra fuente distinta que nos lleve a esa meta que no sea Cristo, lo otro, lo que nos presenta u ofrece el mundo es pasajero, se convierte en una vanidad, allí entra a decirnos el Qoelet: "Vanidad de vanidades, todo es vanidad" (Ecl 1,2). En Cristo no hay vanidad, en Él hay servicio y sometimiento completo al amor y a la voluntad del Padre.
La solemnidad de Cristo Rey del Universo nos tiene que conducir a mirar el mundo en el que vivimos, qué disfrutamos de él y cómo es ese disfrute, con frecuencia creemos que disfrutar del mundo es simplemente vivir en el y pasar “bueno”, sin importarnos lo que pasa en nuestro entorno, es decir, no hay sensibilidad frente a tantos que no disfrutan del mundo porque están siendo manipulados, explotados, porque no gozan de libertad, porque la pobreza material es tan agobiante que no les permite ni siquiera abrir una pequeña ventana al futuro, quizás muchos piensan como la viuda de Sarepta, comer el último pan (si lo tienen) y luego morir. Jesús Rey nos está tocando a la puerta del corazón para que todos empecemos a reinar con Él y se pueda establecer el reino de Justicia y armonía, donde abunde la paz y la convivencia cristiana.