V Domingo Ordinario
Febrero 10 de 2019
Primera Lectura: Libro de Isaías 6,1-2a.3-8
Salmo responsorial: Sal 137
Segunda lectura: Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15,1-11
Lectura del santo evangelio según según San Lucas 5,1-11
Reflexión
Como presupuesto tenemos: nuestra fe se alimenta principalmente de la revelación de Dios a través de la Palabra, por tanto no es difícil deducir que el Único Santo y perfecto es Dios. Hoy nos encontramos con un pasaje que nos muestra que Dios cuenta con nosotros a pesar de nuestros pecados y de nuestras falencias (por lo que debemos agradecer). Él nos hace participes de su interés por darnos la salvación, y por tanto, conociendo de nuestras impurezas nos purifica y nos hace dignos y capaces de responder como lo hizo Isaías (cf Is 6,8). También Pablo no era amigo para los cristianos de su tiempo, por el contrario, le temían por su avidez de ponerlos presos, (cf Hch 9, 13) sin embargo, el Señor ha querido llamarlo, y a semejanza de Isaías que fue purificado con una braza, Saulo también lo fue al permanecer tres día ciego y en ayuno; por eso estaría prohibido para nosotros: sorprendernos y juzgar porque una persona que era “problema” lo vemos ahora comprometido con la misión del evangelio y de la Iglesia (cf ICor 1,27); porque el peligro consiste creernos tan convertidos y tan buenos que nos escandalizamos y al mismo tiempo nos creemos con el derecho de criticar a aquella persona que se convierte.
En el evangelio encontramos también un caso parecido en Pedro, ante el milagro que acaba de presenciar, se reconoce pecador, pero Jesús lo levanta y le hace el anuncio acerca de su futuro trabajo, lo hará pescador de hombres. (cf Lc5,10).
Como hemos podido ver los tres personajes (Isaías, Pedro y Pablo) que hoy la Palabra nos trae encontramos un elemento común, cada uno ha sido testigo de sucesos sobrenaturales: Is 6,2-3; (visión de ángeles); Hec 9,3-9 (escucha la voz de Jesús) y Lc 5,9 y también los tres se reconocen pecadores, también en los tres vemos la intervención de Dios en favor de los hombres, aunque los primeros beneficiados son ellos, todo propende a que la humanidad entera se restablezca y encuentre en Dios revelado a los hombres en Cristo la salvación. La invitación es a que todos sin importar nuestra actual situación de vida nos sintamos llamados por el Señor, y así será un motivo y un momento especifico que conduce a nuestra conversión personal y también aportar al proceso de la conversión de los hombres.
El salmista nos inspira para hacer más estrecha nuestra relación con el Dios vivo y verdadero, porque en la medida en que nos preocupemos por la conversión nos inspiraremos para cantar:
“Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama”
Sal 157