I Domingo de Cuaresma
Marzo 10 de 2019
Introducción
Cuando nos hablan de cuaresma inmediatamente nos hacemos unos propósitos (ayuno, no ver TV, no fumar, orar más, participar de la Misa con más frecuencia, etc.) que tendrán su desarrollo a lo largo de este tiempo, pero si constatamos desde la memoria de los años pasados, nos damos cuenta que no hemos cumplido a cabalidad, siempre nos ha quedado faltando.
Quiero invitar a quien lea este comentario, que haga su propio itinerario cuaresmal, teniendo en cuenta lo que es posible, no se haga promesas que le serán difíciles de cumplir, pues el resultado será contrario a lo que se quería inicialmente.
Hoy quiero presentar el tema principal que nos trae cada domingo de cuaresma como un aporte a la elaboración del itinerario del que hacía mención arriba.
I Domingo: VENCER TENTACIONES Lc 4, 1-13
II Domingo: LA TRANSFIGURACIÓN Lc 9,28b-36
III Domingo: LLAMADO A LA CONVERSIÓN Lc 13,1-9
IV Domingo: VOLVER A LA CASA DEL PADRE Lc 15,1-3.11-32
V Domingo: RECONOCERNOS PECADORES Jn 8,1-11.
Primera Lectura: Libro del Deuteronomio 26, 4–10
Salmo responsorial: Sal 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15
Segunda lectura: Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 10, 8-13
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 4, 1-13
Reflexión
Somos un pueblo libre porque Dios nos ha liberado. La libertad de la que nos habla la palabra de Dios fundamentalmente nos remite a nuestra condición espiritual, es decir, no somos libres mientras seamos presa del pecado que nos esclaviza en la mentira, en la corrupción, en el deseo de aparentar, etc. lo más importante es que seamos libres desde el alma porque lo demás se nos vendrá por añadidura, en otras palabras, ser libre es estar en camino a la casa del cielo, al reino de Dios.
Hoy seguimos constatando que seguimos siendo tentados por el diablo, que no escatima recursos para hacernos apetitosos los caminos que al final nos llevaran a la perdición.
Hoy, muchos siglos después de la experiencia del pueblo de israelita de haber sido liberados con mano dura por parte de Dios, el pueblo cristiano, la Iglesia, sigue experimentando su liberación con la donación total de Cristo en la cruz, una liberación que se debe mantener vigente en la medida en que no nos dejemos engañar del enemigo, así como Jesús venció con el poder de la Palabra al enemigo.
Para poder mantener viva esta liberación causada por Cristo, tenemos dos herramientas fundamentales que se funden como una fuerza tan poderosa que nada ni nadie podrá derrumbar: La Palabra inspirada y la fe que ella misma despierta en el hombre.
Nos podemos preguntar: ¿quién es el que vence las tentaciones? La respuesta la tenemos en el Sal 90, 1-2:
“Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti.»”
“