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Solemnidad de Pentecostés

Junio 9 de 2019

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Primera Lectura: Hechos de los apóstoles 2,1-11 Salmo responsorial: Sal 104,1, 24, 29-31, 34 Segunda Lectura: I Corintios 12,3-7, 12-13 Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan 20,19-23

Reflexión


La Iglesia que estaba en los planes de Dios, se hace realidad visible y actuante en medio de una cantidad de personas que acudían a la oración seguramente bajo el testimonio y el impulso de los apóstoles y siguiendo las instrucciones del Maestro perseveraban en la oración a la espera de que se cumpliera la promesa del envío desde el Padre, del Espíritu Santo por parte de Jesús.

Este es uno de esos textos que ya casi lo sabemos de memoria, pero a pesar de eso cada vez tiene una novedad en su mensaje, se trata de mirar la diversidad de personas que allí se encontraban, lo que indica que estaban presentes varias lenguas, varias costumbres, distintas manifestaciones culturales, etc., pero cuando irrumpe el Espíritu Santo los apóstoles hablan y se hacen entender por aquellos ya mencionados.

Lo que encontramos en este relato nos llena de alegría, seguridad y confianza. Alegría porque descubrimos que el mensaje de salvación está destinado para todo hombre y para todas las culturas; de seguridad y confianza porque se elimina de una vez la pluralidad de dioses o divinidades y todos se identifican ante el mensaje que escuchan en su propio idioma, seguridad y confianza también porque lo que hablan los apóstoles no es de ellos, es obra del mismo Dios a través de su Espíritu quien inspira las palabras y el comportamiento de quienes se dejan llenar de Él. Son las maravillas que hace Dios en favor de nosotros los hombres.

Sabemos que es a partir del bautismo cuando nos convertimos en templos del Espíritu Santo, y como no hay diversidad de Espíritus, esta realidad nos garantiza la unidad en el único Espíritu, a propósito nos dice el apóstol: “En un sólo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo.” I Cor 12,13.

Creo que la invitación por parte de Dios a nosotros es a buscar la unidad, pero constatamos un mundo polarizado, dividido frente a necesidades tan evidentes como es buscar usar de las herramientas que ya tenemos a nuestro alcance para regular y minimizar los efectos dañinos, que por el mal uso de las cosas por parte nuestra están contaminando y produciendo este problema que cada día está en aumento. ¿Cómo no ponernos de acuerdo frente al cuidado de la vida en todas sus etapas? ¿Cómo no ponernos de acuerdo en cuanto a preservar la unidad del matrimonio como Dios lo quiere y como instituido desde el principio? Es que podemos salvaguardar la unidad sin perder nuestros ancestros culturales, yo puedo seguir siendo vallenato, guardando la vida, yo puedo ser científico ajustándome a la voluntad de Dios, etc.

Lo novedoso de Pentecostés es construir la unidad sin perder lo propio de cada persona, esto es que Dios de cierta forma un valor agregado a nuestra humanidad, la hace partícipe sin méritos propios, de su divinidad, nos hace pensar en aquello trascendente, en la vida eterna, aquella que no se acaba.

La donación del Espíritu Santo es pura iniciativa de Dios, así como ocurrió cuando Él mismo nos dio la vida natural, con el Espíritu recibimos una vida distinta, que se llama sobrenatural, se llama la gracia.

Para que el hombre conserve esa gracia o la recupere cuando esta se pierde a causa del pecado, allí tenemos el sacramento de la penitencia que se puede deducir de aquellas palabras de Jesús a los apóstoles: “A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.” (Jn 20,23)

Recordemos que el pecado divide, afecta la comunión de la Iglesia, de alguna manera cada día todos deberíamos orar más por nuestros hermanos enfermos del alma, y a la vez pedir oraciones por nosotros, pues en realidad es tan difícil mantener la gracia de Dios en total pureza, que necesitamos de la oración de los “más buenos”.

Feliz bendición la presencia del Espíritu Santo en medio de nosotros, deberíamos ser más sensibles a su presencia, a sus obras para que nos sintamos poseídos, sí, poseídos, es que nos hemos vuelto tan materialistas que parece ser que solo creemos en aquello que podemos palpar, oler, etc. y nos falta sentir esa presencia espiritual de Dios que es posible si de verdad nos movemos desde la fe y desde el amor de Dios.

Hoy es un día para que pensemos que no solamente somos materia, sino que estamos compuestos también de espíritu que es alimentado por Dios que es amor que no tiene límites.Por eso hoy con el salmista decimos en forma de oración:

“Envías tu soplo y son creados, y renuevas la faz de la tierra.”
(Sal 104,30)
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